Esperando la noche


Es lunes por la mañana suena el despertador, lo miras, imploras diez minutos más. Pero justo cuando tus ojos se vuelven a cerrar piensas en el tráfico que habrá si no sales a tiempo de casa, así que despiertas de golpe levantandote de tu rica y calientita cama.
Un regaderazo siempre cae bien al despertar para desapendejar, abres la regadera para que se entibie el agua mientras te desnudas, pasa un rato y te das cuenta de que el agua sigue fría, pero escuchas en el radio que ya estás retrasado, así que ni pedo te metes con el agua a temperatura ambiente de las 6 de la mañana. Piensas que tal vez el agua fría te desapendejará más rápido.
Al salir del baño, con un chigo de frío te apuras a vestirte con lo primero que encuentras. No paras de mirar y escuchar la hora, así que en chinga te pasas el cepillo para que en la chamba no digan que no te peinas.
Ni si quiera te da tiempo de desayunar, sales hecho la raya a la avenida para que no se te vaya a pasar el camión.
Ya en la avenida ves llegar el bus atiborrado de gente, no lo piensas más y abordas. Y ahí vas tu apretado entre la multitud, por no salir temprano y tomar el transporte sin tanta gente, ni pedo todo por querer dormir cinco minutos más.
Llegas al metro y observas que la fila es larga para comprar boletos, por fin es tu turno y al mismo tiempo escuchas que se está frenando el tren, corres para poder alcanzarlo, pero justo cuando crees alcanzarlo se te cierran las puertas. Ni modo a esperar el que sigue, te das cuenta que ya es tarde porque en el anden hay más gente de lo normal.
Pasan 5 minutos y por fin llega el tren, pero que ves, igual de atascado que el autobús, de cualquier manera te subes, te clavas entre la gente hasta alcanzar el tubo para no caerte. El vagon va tan atascado que apenas si puedes sacar tu libro para leer. Y pensar que aún faltan 9
estaciones para salir y transbordar.
El olor es isoportable, una mezcla de todas la lociones y perfumes de personas que también se
dirigen al trabajo, uno que otro que no se bañó. (QUE ASCO!!!)
Rosario la próxima estación, donde todos bajan y corren hacia la otra linea con dirección Barranca del muerto. Y ahí vas tu también corriendo porque sabes que es tarde, llevando en tu espalda una mochila con cosas que ni siquiera ocupas.
Ya en el interior del vagón te dispones a leer para hacer menos pesado tu largo destino, viendo subir y bajar gente.
Las 8:50, no es tarde, decides no correr e ir a paso normal subiendo las largas escaleras, hasta ver brillar el sol matutino, sigues tu camino, ya no te falta mucho.
En la oficina te esperan para darte las malas noticias, que estarás hablando con gente que está encabronada porque les subieron el precio de su estúpido seguro sin avisarles, y con justa razón, quién no lo haría.
Total que todo el día estás ahí como pendejo escuchando a gente de todo el país quejándose, no puedes sacar un libro, ni el periódico para leer, en qué les afecta a los demás, ¿acaso tiene algo de malo estar informado? o cultivar tu conocimiento?, en fin el caso es que no puedes leer ni madres, y piensas en todo lo que tienes pendiente por leer en tan poco tiempo.
Se terminó tu martirio, el reloj marca las tres en punto y sales corriendo hacia el metro para gozar de esa paz que tanto necesitas, una biblioteca pública es tu refugio. Por fin puedes leer en paz, sin que nadie te diga que guardes tu periódico o que no puedes tener nada afuera.
Después de un rato tu vista está cansada, con tantas letras revisadas, tus ojos lloran implorando un descanso, mientras recuerdas que ya es tiempo de ir a compar tus lentes que tanto te hacen falta, pero también sabes que por el momento a falta de recursos tendrán que esperar. Ni pedo.
Prefieres caminar para arribar a la escuela, una hora antes de tu horario normal, porque tienes una clase pendiete que tomar, todo sea para mejorar ese acpecto en el que sabes que no eres muy bueno.
Se acerca una clase importante, pero qué pasa, así, son los inmaduros de tu salón que no paran de hablar, no te dejan tomar la clase en paz.
Por si fuera poco, en el transcurso de la tarde durante todas la cátedras no se pudo gozar de armonía alguna, pues las personas precarias de respeto hacia el maestro y compañeros olvidan apagar su celular, o por lo menos ponerlos en vibrador.

El día, o mas bien la noche escolar ha terninado y afuera te espera como siempre esa persona tan especial para ti, guardando sus brazos para arroparte y contagiarte de esa paz que tanto necesitas al final de tu jornada. Sabes que esa compañía hace que valga la pena tu difícil día. El momento de decir adiós se aproxima, te despides con una sonrisa esperando que el martes sea menos crudo y los brazos sean cada vez más grandes.

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