El pan de todos los días



Te espero siempre a la misma hora, siempre esperando. Imagino que al encontrarme contigo me sentiré cómoda, que el calor que liberas dentro no sea tan sofocante, que en ti encuentre algo de paz en mi trayecto. Pero que ingenua soy viviendo en una ciudad como esta lo que pienso jamás sucederá.





Sea la hora que sea siempre que te aguardo y en cualquier lugar cada vez es peor. No puedo cogerte y cuando después de minutos y minutos de espera puedo hacerlo la multitud me aprisiona. Rayos no sé ni para qué existe la maldita división, si me voy con las mias sólo escucho a los chicos, escucho, cómo se portaron, qué hicieron y en el mejor de los casos uno que otro berrinche de un hijo malcriado, las amas de casa no paran de quejarse. Todo se convierte en un sauna colectivo.





Y ni modo no hay nada qué hacer, es el pan de todos los días. En primavera es peor, pero cuando el frío está a todo lo que da como te hace el paro.





Así es, hablo de nuestro transporte público y sus problemáticas una de ellas y en mi opinión la más importante el sobrecupo, simplemente YA NO CABEMOS.

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